Beta

Uno de los blogs que sigo es el de Beta, su crudeza, su sarcasmo y la sencillez con que trasmité lo que piensa y no piensa me parecen envidiables. Su entrada de hoy me ha parecido una puta joya, dicho lo cual la transcribo.

Oportunidades perdidas

Hola,

El sábado me levanté tarde. Tenía razones para ello. Miré el reloj: la una y cuarto. "Mierda -pensé-, ya no me da tiempo a llegar a las manifestaciones del primero de mayo. Otro año que no pondré en jaque al capitalismo. Otro año que no voy a poder fundirme con la clase obrera, con una única voz, con un único espíritu. Con las ganas que tenía de entonar consignas rodeada de un grupo de sudorosos metalúrgicos sin camiseta". Es mentira. Nunca he ido a las manifestaciones del primero de mayo ni conozco a nadie que haya ido. Me considero una persona de izquierdas pero me temo que no me parezco demasiado ni a Méndez ni a Totxo. Los veo con cariño, con un cariño parecido al que siento al ver los juguetes de cuando era pequeña, sintiendo que puede que en su momento fueran divertidos pero que pertenecen a otra época.

Estoy a favor del matrimonio homosexual, del derecho al aborto, del estado laico y de la educación y la sanidad pública. También estoy a favor del mestizaje y de la inmigración. Soy enemiga de los nacionalismos ya estén patrocinados por Falange, por ERC o por el Partido Nacionalista Vasco. No sé muy bien en qué consiste ser de izquierdas pero si me preguntan si estoy a favor de la eutanasia digo que sí y si me preguntan si estoy a favor del derecho a llevar armas respondo que no. Naciones Unidas: sí. Fondo Monetario Internacional, Standar & Poors, Moody's y Fitch: no.

No creo en la dictadura del proletariado pero el materialismo dialéctico de Marx me parece una buena herramienta para entender el mundo. Me considero una persona de izquierdas pero no me gustan las liturgias raras. No me gusta cantar la internacional con el puño en alto ni llamar a alguien compañero o camarada dependiendo de si es "muy muy de izquierdas" o "simplemente de izquierdas". Tampoco soy de llevar pañuelos palestinos ni de buscar la playa bajo los adoquines (eso se lo dejo a Gallardón). El primero de mayo me comí un salmorejo estupendo en una terraza con sol y entendí que las revoluciones podían esperar.

El domingo me levanté tarde. Volví a tener razones para ello. Miré el reloj. La una y media. "Mierda -pensé-. Ya no me da tiempo a llegar a las celebraciones del dos de mayo que Espe tiene montadas en la Puerta del Sol. Otra vez que dejo pasar la oportunidad de manifestarme contra las invasiones napoleónicas con el pelo lleno de laca". Respiré aliviada.

Besos.

Beta

Paganini



Decían que, Paganini, vendió su alma al Diablo para poder tocar así...